Industria estatal para
la soberanía nacional
(o
cómo un museo potencia la noción de patrimonio público)
Orígenes
y vaivenes de un gigante
El
Astillero
Río Santiago
se emplaza en la
localidad bonaerense de Ensenada, a pocos kilómetros de la ciudad de
La Plata. Como industria naval estatal nació en el periodo de
entreguerras, en la década de 1930, luego de incrementarse el
comercio y el transporte ultramarino de materias primas exportables,
como un claro acto gubernamental para la defensa de la posición
estratégica del país con relación a su soberanía política y
económica en el mundo.
Para
1953, durante el gobierno de Juan Domingo Perón, se constituyó
oficialmente Astilleros
y Fábricas Navales del Estado (AFNE),
empresa conformada por el Astillero
Río Santiago (ARS) y
la Fábrica Naval de
Explosivos Azul (FANAZUL),
con dependencia del Ministerio de Marina, emplazado sobre un predio
de 229 hectáreas y 55 áreas productivas bajo jurisdicción
nacional.
El
complejo industrial, llegó a contar con
una planta cercana a los 5.500 empleados en las distintas secciones
como calderería,
herrería, mecánica (tornería y ajuste) cobrería, estructuras,
electricidad, fundición de hierro y acero especiales, carpintería
de blanco y de ribera, además de las grúas en gradas y muelles,
playas de materiales, central de fuerza (usina eléctrica, vapor,
aire), dique y grúa flotante, almacenes, vestuario y comedor, entre
otros.
Desde
el momento en que se fundó la empresa, el complejo ARS incluyó una
escuela técnica para formar recursos humanos calificados al
astillero. La escuela, que en sus primeros años de vida se llamó
“de aprendices y técnicos”, se acabó convirtiendo, en 1972, en
la Escuela Nacional de Educación Técnica Privada de Fábrica
Astillero Río Santiago
En
sus más de ochenta años de vida productiva, su mano de obra
especializada ha cumplido siempre todo el circuito técnico y
operativo para lograr megaobras
de infraestructura metalmecánica
(como el icónico Estadio Único de La Plata y actualmente la
marquesina de la Confitería “El Molino”) y grandes
obras arquitectura naval
(como la emblemática Fragata Libertad).
Su
historia, rica en proyectos y desafíos, está atravesada tanto por
continuidades como quebrantos, principalmente el padecido en la
década del 90’ cuando el proceso de desregularización del Estado
-con la venta y privatización de todas las empresas públicas- bajo
el gobierno de Carlos Menem, se remata la soberanía productiva
nacional en gas, carbón y petróleo, ferrocarriles, electricidad,
aguas y en materia naval también. El desguace pleno de toda
instancia de industria liviana y pesada tuvo como antesala en las
dictaduras militares previas -especialmente la de 1976- y su epitafio
neoliberal en plena democracia, siendo el ARS un botín de guerra por
vender.
A
fuerza de resistencia de su masa trabajadora organizada –con el
apoyo de sindicatos y de sus familias–, lograron evitar los
despidos en masa que habían sufrido otras grandes sociedades
anónimas o del Estado (como YPF, SEGBA y OSN). Se mantuvieron en la
órbita pública, al ser traspasados a la administración provincial.
No fue una conquista fácil sostener la premisa de “el ARS no se
toca” y “ARS-100% estatal” en un contexto de degradación
permanente de lo público so pretexto de una economía libre y
abierta al mundo. Una gran espalda institucional sostenida en lo
colectivo, consciente de su valor, de sus trabajadores desaparecidos
y de su porvenir, son bandera compartida por quienes forman el “ser
astillero”.
Tras
la política de la anterior gestión provincial, y pandemia mediante,
el astillero permanece. Con una planta cercana a las tres mil
personas, pero sólo un 10% en función por cuestiones sanitarias,
continúa escribiendo historia para la soberanía de la industria
nacional bajo la
dependencia del Ministerio
de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica bonaerense,
transitando el desafío de ser la única empresa estatal del país
que diseña, produce y exporta buques cargueros al mundo.
Una
historia, mil patrimonios
Raúl
Corzo cumple, desde hace 38 años, una rutina cuasi religiosa:
resistir. En su cuerpo están guardadas todas las memorias: la de
militante, obrero y hoy, custodio del legado histórico del Astillero
Río Santiago. Su trabajo silencioso, junto a un equipo, recupera las
voces de las y los que construyen desde hace más de 70 años
soberanía en cada remache, asamblea y botadura de barcos desde el
Río de la Plata al mundo. Raúl es el director del museo del
astillero.

El
proyecto del museo se entrelaza con su propia vida, cuando en pleno
proceso de “desregularización” del entramado estatal, decidió
estudiar la carrera de Comunicación Social en la Universidad
Nacional de La Plata; una decisión que, a simple vista, guardaba
poca conexión con su tránsito en distintas áreas del ARS pero que
se constituyó en puntapié para recuperar la historia del mismo.
Dentro de la propia escuela técnica del astillero, a través de la
materia comunicación, empieza con estudiantes (en muchos casos,
hijos e hijas, nietos y nietas del personal fundacional) a
entrevistar a obreros que estaban próximos a cumplir cincuenta años
de servicio. La finalidad era editar un folletín escolar para la
comunidad. Ese primer gesto de poner en juego cuerpos y saberes,
despierta el germen del registro (oral, visual y luego objetual) de
un patrimonio de escala humana, vivo, que conformará, sin saberlo,
la primera “colección” del futuro museo.

La
articulación escuela-astillero originó un movimiento sin
precedentes en materia de resignificación de la identidad del ARS;
el 5 de marzo de 2008 nace oficialmente el
Archivo
Histórico y Museo “Astillero Río Santiago”.
Su
misión es proteger
el patrimonio cultural, material e inmaterial, del Astillero Río
Santiago (empresa estatal provincial) y todo aquel testimonio sobre
el desarrollo histórico de la Industria Naval para promover la toma
de conciencia sobre la importancia de la industria naval en la
comunidad. A través
del archivo -que se nutre de documentos orales, escritos o
fotográficos de los sucesos que influyeron en el ámbito de la
empresa- y del museo -orientado a la Ciencia y Técnica Naval, en
estrecha cooperación con los demás talleres del ARS, proveedores de
la mayoría de las piezas de su colección- su cotidianeidad opera en
un constante avance por comunicar su ser y estar como para ejercitar
la memoria de un gigante. Un proyecto único por su origen y sus
impulsores, los propios trabajadores del ARS, que conscientes del
valor de sus oficios -y sus miles de patrimonios- dentro de la micro
y macro historia económica, política y cultural al construir una
narrativa propia, desde un pensamiento situado.

Cuenta
con un equipo de trabajo formado por personal técnico y
administrativo de la propia empresa que articulan saberes (y pasiones
sobre el ARS) por medio de “áreas-taller” como el de Modelismo
Naval -que realiza las maquetas a escala de los cargueros
producidos-, el de Restauración -que recupera piezas y maquinaria
histórica para su exhibición- y el Servicio de Visitas -que realiza
guiadas para instituciones educativas y público en general-. De este
modo, y sin detenerse, dan forma a una institución embarcada hacia
el rescate cotidiano de sus memorias.
El
museo se emplaza en un galpón desafectado (el ex “bicicletero”),
que se acondicionó para una función patrimonial. La puesta en valor
del espacio fue realizada con la colaboración y complicidad del
personal que, desde distintos puntos del predio, fueron trayendo
piezas de los diversos talleres del ARS para así reflejar el trabajo
de cada uno.
Desde
una bicicleta que servía para la vigilancia, engranajes de gran
formato, modelos a escala de barcos hasta documentación
(fotografías, legajos y material de difusión institucional y
sindical) forman parte del diverso acervo que, junto a los relatos
orales, complementan los intersticios donde la ausencia de fuentes
tradicionales no parecieran contar sus memorias. Un especial sector
guarda el vinculado con la Memoria, Verdad y Justicia al recordar
-tanto en el predio exterior como en la sala permanente- a aquellos
trabajadores que fueron detenidos desaparecidos durante el terrorismo
de Estado.

Raúl
y su equipo cuentan con entusiasmo los proyectos en carpeta para el
crecimiento del museo, como la mejora de sus accesos y
reacondicionamiento de su exposición permanente, la puesta en valor
integral del fondo fotográfico y documental -acorde a los parámetros
de la conservación preventiva- junto a los recorridos guiados por
las instalaciones del predio del ARS para experimentar su dimensión
integral. Los desafíos son diversos y presentan complejidad, pero se
nutren del objetivo clave de continuar viaje hacia nuevos horizontes
para el museo en concordancia con el espacio mayor donde pertenecen.
Los
límites del Archivo y Museo, en términos tradicionales, se
desdibujan ya que su “adentro/afuera” involucra un territorio
tanto geográfico como simbólico. Implica una serie de lazos que
para lo productivo se apoyan en vínculos humanos forjando un
entramado sólido, que en sus tensiones, no lo hacen un simple museo
de ciencia y técnica naval más. Es un espacio dinámico que
entrelaza el ayer y hoy del ARS, que propone una mirada desapegada de
lo nostálgico para habilitar preguntas sobre por qué un astillero
estatal y productivo es capaz de reconocer el lugar que ocupan sus
trabajadores y trabajadores en la historia de un país.
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Contacto:
museo@astillero.gba.gov.ar
Museo
del ARS - Facebook:
https://www.facebook.com/MuseoAstilleroRioSantiago
Museo
del ARS - Blog:https://www.museoastilleroriosantiago.blogspot.com/
Museo
delARS - Instagram: https://www.instagram.com/museoastillero/
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Texto:
Leonardo Casado, p/ Asociación Trabajadores de Museos
Edición
y corrección: Ignacio Fernández del Amo, p/ Asociación
Trabajadores de Museos
Fotografías:
Leonardo Casado (actuales), sitio web del ARS (históricas)