“Somos nosotros lo que tenemos la historia”. Museo Comunitario Ignacio Romero Vargas

13.7.22 - 

Somos nosotros lo que tenemos la historia”1. Museo Comunitario Ignacio Romero Vargas.

Es viernes 8 de julio del 2022 por la mañana y es verano en México.

Martin Carrillo Guarneros se acerca con su coche, iremos a la Colonia “Ignacio Romero Vargas” (IRV), una de las 17 juntas auxiliares del Municipio de Puebla. En el auto nos vemos por primera vez. El contacto fue a través de las redes sociales; esas redes que no tienen nada de invisibles y hacen posibles los encuentros.

El nexo entre ambos fue Olivia Sesma Rascón que desde Veracruz, se dedica a la difusión de las acciones de la Red Nacional de Museos Comunitarios de México. Mi entusiasmo en conocer las experiencias mexicanas, me llevó a escribirle y ella amablemente respondió. Ahora, me encuentro con Martin.

Mientras transitamos las calles, él me cuenta sobre la colonia. Habla de su historia y los problemas aparentes cuando un territorio es identificado como “peligroso”. Pero, a la vez, no deja de mencionar la potencia que tiene; aquella que reside en su propia gente. El orgullo aparece cuando pasa por enfrente del edificio del Sistema Operador de Agua Potable IRV (SOAPIRV), un organismo autónomo, que la propia comunidad coordina, entregando agua potable a toda la colonia. Del mismo modo, mientras vamos en ascenso, me cuenta sobre la Asociación civil “Unidad, Servicio y Desarrollo” (USD) que integra.


¿Ves allí el Cristo Rey? Vamos a subir al cerrito”, me anticipa. Es un ascenso hacia su propio pasado y el del pueblo. Un pasado milenario, ancestral que no deja de hacerse presente, volviéndose Historia.

Es el Cerro Citlaltepetl, “el Cerro de la Estrella” (como lo muestra el logo del museo). Martín cuenta que antes de ser capilla y estar emplazada la gran escultura del Cristo Rey, fue (y lo sigue siendo) una plataforma construida por los cholultecas. En su suelo aún es posible identificar vestigios del barro trabajado y en la vista panorámica, se comprueba su rol estratégico. Un cerro como fortaleza y centro ceremonial que se asienta sobre la base de un montículo piramidal prehispánica. Desde allí, se llegan a observar los volcanes Popocatepetl, el Iztaccíhuatl, la Malintzin, el rio Atoyac (prodigioso elemento para el desarrollo de una población), el cerro de San Juan, la “Gran Pirámide” de Cholula, el municipio de Cuautlancingo, entre otros. Son 360° de vista panorámica que, claramente, ha cambiado en los últimos 500 años.

 

Descendemos hacia el centro de la colonia para llegar a la sede del Museo Comunitario, ubicado junto a la Iglesia. Allí, nos recibe Héctor Gil Guarneros Carreón; otro miembro de la USD, jubilado, de 71 años, cumple con su guardia en el museo. Junto a él, recorro la pequeña sala que conjuga fotografías antiguas de los vecinos; piezas de cerámica prehispánica que datan del periodo preclásico o Formativo (1200 a.C. al 200 d.C.), un pequeño sapo momificado naturalmente, objetos cotidianos de hierro fundido, documentos históricos y la exposición temporaria de una serie de delicados bordados, hechos por una vecina, con una máquina de coser Singer.

 

La diversidad en la materialidad habla de la complejidad de la vida (y del museo). Allí, se narra la colonia antes de ser colonia y denominada como “Ignacio Romero Vargas”; se cuenta sobre la migración de obreros y familias para la industria textil a orillas del rio Atoyac y también, se narra el hoy, en voz primera. Porque la mera presencia de los y las vecinos/as allí, le da sentido a la existencia del museo.

Héctor cuenta cómo comenzó la Asociación USD en el 2008 “con sesiones semanales en una taquería” (Héctor). Aún no cabía la idea de un museo comunitario, la posibilidad aparecería recién en el 2011, cuando Olivia siendo parte de la Red de Museo Comunitarios, los invita a participar de un encuentro. ¿Armar un museo? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Aquí en la Colonia Ignacio Romero Vargas? ¿Por dónde se empieza?

Surgieron preguntas que tendrían respuestas con el paso del tiempo. Pero algo tenían claro “Aquí, había material” (Héctor) y ese era comienzo del ovillo de la Historia.

En realidad, había historias, muchas desparramadas en los hogares de la colonia. “Muchas piezas arqueológicas están en los hogares, porque subían (al cerro) y las encontraban a flor de tierra y pues se los llevaban a su domicilio”, comenta Héctor. En otros casos, al arar la tierra para los cultivos “salían las figurillas” (Héctor), o al cavar un pozo para la cisterna o construir una casa, se encuentran vasijas. A lo largo de los años, los habitantes han ido encontrando en este suelo, vestigios de un pasado común, que le pertenece a toda la comunidad.

El entusiasmo fue el puntapié para avanzar en la construcción de un espacio comunitario. La Asociación USD obtuvo por otorgamiento de la Junta Auxiliar, un espacio en completo abandono; las antiguas oficinas donde funcionaba décadas atrás. Tras la reconstrucción del edificio con recursos propios y las manos de los/as integrantes de la USD, a fines del 2014, se inaugura el museo. Paulatinamente, se convirtió en un espacio habitable y amigable, que aportaría a toda la colonia, dos elementos importantes: un museo y una biblioteca, con la convicción máxima del cuidado de las historias comunales.

Así, el museo comunitario creció. Con un primer kilómetro de libros y luego con otro; con eventos de tocadas de rock y orquestas sinfónicas, con presentaciones de libros; con talleres de guitarra, idiomas, cartonería, dibujo y pintura, con investigaciones y estudios científicos y con dos publicaciones, hasta la fecha, que recuperan las memorias de la comunidad.

 

Claro, que este museo no hubiese sido posible sin las “hebras de la trama”2 que lo componen. La integración a la Red Nacional de Museos Comunitarios, les permitió aprender y capacitarse permanentemente. “Hay reuniones periódicas para enseñar a conformar museos comunitarios, la compañera Cristina León Munguía se fue a Yucatán a capacitarse y nos trajo el conocimiento. Se hizo una convocatoria abierta y de ahí, se integraron al grupo unas dos compañeras. También ha venido una maestra de Guadalajara a darnos cursos de Museografía”, comenta Héctor. A la vez, explica que muchas actividades han sido posibles por trabajar, a lo largo de los años, de manera bilateral con la Presidencia de la Junta Auxiliar. Hasta ahora.

Un espacio en disputa.

Es viernes 8 de julio por la tarde y los/as integrantes de la Asociación se juntan con el Presidente Auxiliar y el cura del pueblo. Hace unas semanas, se les solicitó que cedan a la Iglesia, uno de los espacios recuperados del museo comunitario.

La solicitud sorprendió. ¿Qué implica ceder espacios comunitarios cuando, por el contrario, se sueña con hacerlos crecer aún más?

Todo proyecto sociocultural requiere de un espacio concreto y material donde asentarse. Por ello, la posible entrega envuelve una reducción de los encuentros comunitarios, de la cantidad de actividades propuestas y del trabajo sostenido durante años.

Es así que los vecinos y vecinas se reafirman en no ceder, manifestándose “en contra de la extinción de espacios culturales” (publicación en FB). Conservan la convicción de la construcción comunitaria y desde allí, sostienen sus argumentos. Incluso, poseen documentos históricos de 1900, que expresan la voluntad de un vecino de la época en ceder unos terrenos (donde se encuentra el museo) a la comunidad. En definitiva, siempre han sido espacios que les pertenecen.

Sin embargo, surge el conflicto, y la disputa no hace más que obstaculizar el desarrollo del proyecto, no viendo la potencialidad que encierra trabajar en conjunto y convertirse en aliados.

Por ell3o, desde ATM, invitamos a apoyar y difundir el trabajo del Museo Comunitario de la Colonia Ignacio Romero Vargas, en Puebla, México, para que la trama que lo contiene sea mayor y más gruesa.

Una trama latinoamericana que dé impulso para encontrar una salida al conflicto, sin renunciar a los espacios de la comunidad.

Este es uno de

esos proyectos comunitarios

que se hacen con

muchas manos y

muchos brazos.

Con corazón y cabeza.

Y cuando florece,

muchos y muchas

lo sostienen.

Y cuando se ve amenazado,

se potencia

la fuerza.

Museo Comunitario de Colonia Ignacio Romero Vargas,

Puebla, México.

Agradecimientos:

A Olivia Sesma Rascón por ser puente entre los vecinos de la Colonia y yo.

A Francisco Martin Carrillo Guarneros por hacer posible el acercamiento al museo.

A Héctor Gil Guarneros Carreón por su tiempo valioso en forma de entrevista.

A los y las compañeros/as que componen la Asociación civil “Unidad, Servicio y Desarrollo” por el compromiso con su comunidad y enfrentar este conflicto.

Contacto:

Museo Comunitario Romero Vargas – Grupo Público Facebook: https://www.facebook.com/groups/694949107253581

Bibliografía:

Texto: Julieta Rausch, p/ Asociación Trabajadores de Museos

Fotografías: Julieta Rausch.

1 Entrevista a Héctor Gil Guarneros Carreón, viernes 8 de julio, 2022.

2 Publicación de la Asociación de Trabajadores de Museos, 2021, Argentina.

3 Publicación del día 9 de Julio de 2022 en la red social Facebook. https://www.facebook.com/julieta.rausch.1/posts/pfbid0RfQvLR3umnGXrt3RCsNHFiYCoUJpMmBX3yW38FCwMZ9wjjffACBd71m2zvGa7NKkl

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UNA PATRIA QUE NO EXISTE, PERO SE INVENTA A LA FUERZA

28.6.21 - 



El período llamado “Proceso de Reorganización Nacional” revistió una serie de lineamientos y acciones sociales, políticas, económicas y culturales que supieron calar hondo en la subjetividad de les argentines.

En 1978, el gobierno dictatorial elabora y difunde el Boletín de Comunicaciones N° 61, donde se impone una serie rigurosa de reglas y normas de uso de los símbolos patrios.
Según el mismo “la irrespetuosidad o irreverencia a los Símbolos [...] implican un ataque a la esencia misma de la argentinidad, a su tradición histórico-cultural, a sus principios y valores fundamentales, un ultraje a los próceres [...]; una lesión al sentimiento patriótico; un agravio a la Patria”.
Ante estos actos de “irreverencia” con la Patria, continúa diciendo: “se impone la necesidad de neutralizar totalmente las secuelas del accionar ideológico disociante y tendencioso; reparar el deterioro formativo; salvaguardar y perpetuar la esencia de la Nación representada en sus Símbolos”.
La cúpula militar fue visiblemente la encargada de llevar adelante el proceso de disciplinamiento social, aunque no lo hizo sola. La alianza y complicidad con sectores civiles y la Iglesia buscaron consolidar un único e inalterable “modo de ser argentino” . Una vez más escuelas y museos se convirtieron en herramientas para internalizar un modelo de patria, instalar una idea de prócer, acallar voces de la historia.
A través de este boletín, se buscó dogmatizar a las comunidades, principalmente educativas, consignando una serie de reglas a respetar e inculcar en les niñes.
“Para la designación de los alumnos que tendrán el honor de izar, arriar, conducir o acompañar a la Bandera Nacional se tendrán en cuenta los esfuerzos hechos por los mismos para sobresalir en conducta y aplicación[...]. Los alumnos no podrán renunciar a este honor por razones de carácter religioso o de cualquier otra índole que invocaren”. Sin duda, una gran porción de la población argentina ha transitado parte de su vida en el sistema educativo. La transmisión que, en las escuelas y museos, se hace sobre la idea de patria, argentinidad, respeto a la identidad del ser nacional han dejando huellas imborrables en las maneras de sentir, pensar y hacer.
La bandera y el himno nacional ¿a quiénes representan? y mejor aún, ¿quienes no aparecen entre sus líneas? Con 8 o 9 años ¿qué sentidos giran entorno al juramento a la bandera?
¿Qué imaginarios construimos desde niñes entorno a ellos? ¿de qué manera estas imposiciones de respeto a los símbolos disciplinaron nuestros cuerpos y nuestras ideas? ¿Cómo aquellas cotidianidades impusieron, casi imperceptiblemente, una única noción de ciudadanía argentina semejante al europeo?
Para “reorganizar” la nación resultaba necesario repetir la exclusión, aquella primigenia del siglo anterior (1880), y la aniquilación de las diferencias a través de la toma de distancia (un brazo por encima del hombro del compañere), el control del cuerpo (la posición firme) y las pautas en cada movimiento en los actos escolares como forma de disciplinamiento moral y control ideológico.
La Patria como singular, permanente y estable pareció construirse a partir del uso restrictivo de un par de elementos: una bandera, un escudo, un himno, la escarapela y unos cuantos rituales a cumplir y repetir insistentemente.
Hechos que, como ya se mencionó, no sólo se restringen al ámbito escolar, los museos, también han contribuido a sostener esta patria inventada.
¿Con qué elementos contamos hoy para develar aquellas prácticas sostenidas durante años a través de los rituales?
¿Qué posibilidades reales existen de reconstruir museos que permitan otros símbolos, rituales, acciones y sentires divergentes?

Redacción: prensa ATM
Junio de 2021
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Industria estatal para la soberanía nacional (o cómo un museo potencia la noción de patrimonio público)

11.4.21 - 

 Industria estatal para la soberanía nacional

(o cómo un museo potencia la noción de patrimonio público)


Orígenes y vaivenes de un gigante

El Astillero Río Santiago se emplaza en la localidad bonaerense de Ensenada, a pocos kilómetros de la ciudad de La Plata. Como industria naval estatal nació en el periodo de entreguerras, en la década de 1930, luego de incrementarse el comercio y el transporte ultramarino de materias primas exportables, como un claro acto gubernamental para la defensa de la posición estratégica del país con relación a su soberanía política y económica en el mundo.


Para 1953, durante el gobierno de Juan Domingo Perón, se constituyó oficialmente Astilleros y Fábricas Navales del Estado (AFNE), empresa conformada por el Astillero Río Santiago (ARS) y la Fábrica Naval de Explosivos Azul (FANAZUL), con dependencia del Ministerio de Marina, emplazado sobre un predio de 229 hectáreas y 55 áreas productivas bajo jurisdicción nacional.

El complejo industrial, llegó a contar con una planta cercana a los 5.500 empleados en las distintas secciones como calderería, herrería, mecánica (tornería y ajuste) cobrería, estructuras, electricidad, fundición de hierro y acero especiales, carpintería de blanco y de ribera, además de las grúas en gradas y muelles, playas de materiales, central de fuerza (usina eléctrica, vapor, aire), dique y grúa flotante, almacenes, vestuario y comedor, entre otros.


Desde el momento en que se fundó la empresa, el complejo ARS incluyó una escuela técnica para formar recursos humanos calificados al astillero. La escuela, que en sus primeros años de vida se llamó “de aprendices y técnicos”, se acabó convirtiendo, en 1972, en la Escuela Nacional de Educación Técnica Privada de Fábrica Astillero Río Santiago

En sus más de ochenta años de vida productiva, su mano de obra especializada ha cumplido siempre todo el circuito técnico y operativo para lograr megaobras de infraestructura metalmecánica (como el icónico Estadio Único de La Plata y actualmente la marquesina de la Confitería “El Molino”) y grandes obras arquitectura naval (como la emblemática Fragata Libertad).

Su historia, rica en proyectos y desafíos, está atravesada tanto por continuidades como quebrantos, principalmente el padecido en la década del 90’ cuando el proceso de desregularización del Estado -con la venta y privatización de todas las empresas públicas- bajo el gobierno de Carlos Menem, se remata la soberanía productiva nacional en gas, carbón y petróleo, ferrocarriles, electricidad, aguas y en materia naval también. El desguace pleno de toda instancia de industria liviana y pesada tuvo como antesala en las dictaduras militares previas -especialmente la de 1976- y su epitafio neoliberal en plena democracia, siendo el ARS un botín de guerra por vender.

A fuerza de resistencia de su masa trabajadora organizada –con el apoyo de sindicatos y de sus familias–, lograron evitar los despidos en masa que habían sufrido otras grandes sociedades anónimas o del Estado (como YPF, SEGBA y OSN). Se mantuvieron en la órbita pública, al ser traspasados a la administración provincial. No fue una conquista fácil sostener la premisa de “el ARS no se toca” y “ARS-100% estatal” en un contexto de degradación permanente de lo público so pretexto de una economía libre y abierta al mundo. Una gran espalda institucional sostenida en lo colectivo, consciente de su valor, de sus trabajadores desaparecidos y de su porvenir, son bandera compartida por quienes forman el “ser astillero”.

Tras la política de la anterior gestión provincial, y pandemia mediante, el astillero permanece. Con una planta cercana a las tres mil personas, pero sólo un 10% en función por cuestiones sanitarias, continúa escribiendo historia para la soberanía de la industria nacional bajo la dependencia del Ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica bonaerense, transitando el desafío de ser la única empresa estatal del país que diseña, produce y exporta buques cargueros al mundo.


Una historia, mil patrimonios

Raúl Corzo cumple, desde hace 38 años, una rutina cuasi religiosa: resistir. En su cuerpo están guardadas todas las memorias: la de militante, obrero y hoy, custodio del legado histórico del Astillero Río Santiago. Su trabajo silencioso, junto a un equipo, recupera las voces de las y los que construyen desde hace más de 70 años soberanía en cada remache, asamblea y botadura de barcos desde el Río de la Plata al mundo. Raúl es el director del museo del astillero.


El proyecto del museo se entrelaza con su propia vida, cuando en pleno proceso de “desregularización” del entramado estatal, decidió estudiar la carrera de Comunicación Social en la Universidad Nacional de La Plata; una decisión que, a simple vista, guardaba poca conexión con su tránsito en distintas áreas del ARS pero que se constituyó en puntapié para recuperar la historia del mismo. Dentro de la propia escuela técnica del astillero, a través de la materia comunicación, empieza con estudiantes (en muchos casos, hijos e hijas, nietos y nietas del personal fundacional) a entrevistar a obreros que estaban próximos a cumplir cincuenta años de servicio. La finalidad era editar un folletín escolar para la comunidad. Ese primer gesto de poner en juego cuerpos y saberes, despierta el germen del registro (oral, visual y luego objetual) de un patrimonio de escala humana, vivo, que conformará, sin saberlo, la primera “colección” del futuro museo.


La articulación escuela-astillero originó un movimiento sin precedentes en materia de resignificación de la identidad del ARS; el 5 de marzo de 2008 nace oficialmente el Archivo Histórico y Museo “Astillero Río Santiago”.

Su misión es proteger el patrimonio cultural, material e inmaterial, del Astillero Río Santiago (empresa estatal provincial) y todo aquel testimonio sobre el desarrollo histórico de la Industria Naval para promover la toma de conciencia sobre la importancia de la industria naval en la comunidad. A través del archivo -que se nutre de documentos orales, escritos o fotográficos de los sucesos que influyeron en el ámbito de la empresa- y del museo -orientado a la Ciencia y Técnica Naval, en estrecha cooperación con los demás talleres del ARS, proveedores de la mayoría de las piezas de su colección- su cotidianeidad opera en un constante avance por comunicar su ser y estar como para ejercitar la memoria de un gigante. Un proyecto único por su origen y sus impulsores, los propios trabajadores del ARS, que conscientes del valor de sus oficios -y sus miles de patrimonios- dentro de la micro y macro historia económica, política y cultural al construir una narrativa propia, desde un pensamiento situado.


Cuenta con un equipo de trabajo formado por personal técnico y administrativo de la propia empresa que articulan saberes (y pasiones sobre el ARS) por medio de “áreas-taller” como el de Modelismo Naval -que realiza las maquetas a escala de los cargueros producidos-, el de Restauración -que recupera piezas y maquinaria histórica para su exhibición- y el Servicio de Visitas -que realiza guiadas para instituciones educativas y público en general-. De este modo, y sin detenerse, dan forma a una institución embarcada hacia el rescate cotidiano de sus memorias.


El museo se emplaza en un galpón desafectado (el ex “bicicletero”), que se acondicionó para una función patrimonial. La puesta en valor del espacio fue realizada con la colaboración y complicidad del personal que, desde distintos puntos del predio, fueron trayendo piezas de los diversos talleres del ARS para así reflejar el trabajo de cada uno.



Desde una bicicleta que servía para la vigilancia, engranajes de gran formato, modelos a escala de barcos hasta documentación (fotografías, legajos y material de difusión institucional y sindical) forman parte del diverso acervo que, junto a los relatos orales, complementan los intersticios donde la ausencia de fuentes tradicionales no parecieran contar sus memorias. Un especial sector guarda el vinculado con la Memoria, Verdad y Justicia al recordar -tanto en el predio exterior como en la sala permanente- a aquellos trabajadores que fueron detenidos desaparecidos durante el terrorismo de Estado.


Raúl y su equipo cuentan con entusiasmo los proyectos en carpeta para el crecimiento del museo, como la mejora de sus accesos y reacondicionamiento de su exposición permanente, la puesta en valor integral del fondo fotográfico y documental -acorde a los parámetros de la conservación preventiva- junto a los recorridos guiados por las instalaciones del predio del ARS para experimentar su dimensión integral. Los desafíos son diversos y presentan complejidad, pero se nutren del objetivo clave de continuar viaje hacia nuevos horizontes para el museo en concordancia con el espacio mayor donde pertenecen.

Los límites del Archivo y Museo, en términos tradicionales, se desdibujan ya que su “adentro/afuera” involucra un territorio tanto geográfico como simbólico. Implica una serie de lazos que para lo productivo se apoyan en vínculos humanos forjando un entramado sólido, que en sus tensiones, no lo hacen un simple museo de ciencia y técnica naval más. Es un espacio dinámico que entrelaza el ayer y hoy del ARS, que propone una mirada desapegada de lo nostálgico para habilitar preguntas sobre por qué un astillero estatal y productivo es capaz de reconocer el lugar que ocupan sus trabajadores y trabajadores en la historia de un país.


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Contacto: museo@astillero.gba.gov.ar

Museo del ARS - Facebook: https://www.facebook.com/MuseoAstilleroRioSantiago

Museo del ARS - Blog:https://www.museoastilleroriosantiago.blogspot.com/

Museo delARS - Instagram: https://www.instagram.com/museoastillero/


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Texto: Leonardo Casado, p/ Asociación Trabajadores de Museos

Edición y corrección: Ignacio Fernández del Amo, p/ Asociación Trabajadores de Museos

Fotografías: Leonardo Casado (actuales), sitio web del ARS (históricas)


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“Darle a la muerte nueva vida”. Gravitación del aparato represivo en los espacios de la museología.

8.4.21 - 

Darle a la muerte nueva vida”. Gravitación del aparato represivo en los espacios de la museología.1

Blasco, María Elida

DNI: 23.912.199

CONICET / Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani.

Ciudad Autónoma de Buenos Aires (1405)

eliblasco@yahoo.com.ar


(los museólogos) aspiran a mostrar del hombre su ansia perenne de eternidad (…) ¡Resurrección! ¡qué esperan los cristianos!. Deben darle a la muerte nueva vida. ¡Deben darle a esta Patria, malquerida por seres de otras tierras, el ejemplo mejor de los ejemplos, la unidad solidaria en la paz y en la guerra!”. Oscar Ivanissevich (1895-1976), Ministro de Cultura y Educación de la Nación, en la Comida Anual de los Museólogos Argentinos celebrada el 10 de diciembre de 1974 en los salones del Círculo Militar.

Así terminaba el discurso del ministro Ivanissevich en la “comida de camaradería” organizada por el Instituto Argentino de Museología (IAM - 1957) y el Colegio de Museólogos de la República Argentina (CMRA - 1966). Escuchaban profesores de historia, abogados, escribanos, militares y policías retirados en condición de museólogos. En primera fila el presidente del IAM, Jorge E. Garrido y del CMRA, Juan Carlos de Lellis; luego directores de museos, restauradores, regentes, docentes y egresados de carreras de museología.2 No podemos saber qué tipo de interpretación hizo cada uno de los presentes luego de escuchar las palabras, pero conjeturamos que ellas cobran otro sentido si las analizamos a la luz de lo que sucedía días antes y días después, en edificios cercanos, en un contexto político en donde los grupos parapoliciales de la Tiple A (Alianza Anticomunista Argentina) anticipaban el terror que azotaría después, con la dictadura.

En noviembre de 1974 el entonces comisario de la Policía Federal y Ministro de Bienestar Social José López Rega emprendió la más secreta de sus misiones: repatriar el cuerpo embalsamado de Eva Perón desde la residencia madrileña de Puerta de Hierro para que la presidenta María Estela Martínez (Isabelita) tuviera en su poder los restos de las dos figuras más influyentes del Movimiento Peronista.3 Recordemos que Juan D. Perón había muerto en julio y que el 15 de octubre la organización armada Montoneros secuestró el féretro de Pedro E. Aramburu del cementerio de la Recoleta para exigir la repatriación de los restos de Evita.4 El cuerpo de “la abanderada de los humildes” llegó al país el 17 de noviembre para ser trasladado a una cripta construida en la residencia presidencial de Olivos y situado al lado del féretro de Perón. Allí se inició la segunda etapa del plan que consistía en restaurar el cadáver embalsamado de Eva dado el grado de deterioro en que se hallaba cuando le fue devuelto a Perón en Madrid en 1971. Para ello el Ministro Ivanissevich y Jorge E. Garrido convocaron a un viejo amigo en común: el escultor, restaurador, ceroplastista y taxidermista Domingo Tellechea quien, retornado al país con el regreso al gobierno del peronismo, estaba organizando el Centro Argentino de Restauradores.5 

La relación entre Tellechea y Garrido databa de los tiempos de la organización del IAM,6 cuando el primero era jefe del laboratorio de restauración del Museo de la Policía Federal y trajinaba el Museo Forense de la Morgue Judicial manipulando cadáveres, reproduciendo piezas y restaurando evidencias.7 Pero en 1974 Garrido no procedía como “amigo” ni como museólogo sino como Escribano General de Gobierno, un cargo que desempeñaba ininterrumpidamente desde la década de 1940 -cuando sucedió a su padre- y que ahora lo colocaba bajo las órdenes de la ultraderecha peronista comandada por López Rega.8 Tampoco Tellechea ejercería su trabajo como restaurador independiente: había sido convocado por sus amigos para ser Director del Museo de la Casa de Gobierno y según sus testimonios posteriores, ello no le permitía eludir la responsabilidad que se le encomendaba.

Entre el 22 de noviembre y el 7 de diciembre Tellechea trabajó en el pequeño laboratorio montado en un anexo a la cripta de la residencia de Olivos, llevando una suerte de diario de tareas que acompañaba con fotografías y gráficos explicativos.9 Aunque se trataba de una operación secreta a la que solo accedía la presidenta, López Rega, Ivanissevich, Garrido y pocas personas más, Tellechea recuerda que lo que ocurría allí adentro “era un secreto a voces”. Tanto como lo eran los oscuros rituales esotéricos de López Rega sobre el cuerpo embalsamado, para que el carisma y el espíritu de la difunta se transfirieran de algún modo a Isabelita.

El encuentro de museólogos tuvo lugar pocos días después de terminada la restauración. Allí Ivanissevich transmitió el mensaje de la Presidenta y destacó el Proyecto de Ley de Defensa del Patrimonio Cultural que establecía la creación de la Facultad de Museología y del Instituto Nacional de Museología; también que los puestos vacantes en los museos debían adjudicarse a los graduados de las carreras de formación profesional o a los Colegiados. Luego se refirió a las prácticas de los museólogos de “dar nueva vida a lo muerto” equiparándolas a la resurrección. Tal vez la concurrencia lo haya interpretado como simple metáfora, pero es probable que impactara de otro modo en Garrido y Tellechea, quienes tenían el poder de conocer y ejercitar las técnicas de conservación de un cuerpo muerto. Nada más y nada menos que el de Evita.

En los meses que siguieron la imbricación entre promoción de museos, política y aparato represivo se acentuó. Los restos de Perón y Eva fueron exhibidos juntos, en la cripta de la capilla de Olivos, ante un público selecto elegido por la presidenta y su entorno.10 El Museo de la Policía Federal afianzó sus dispositivos propagandísticos para legitimar el accionar de la fuerza en la “guerra contra la subversión”.11 El Ministerio de Educación reeditó Museología Argentina. Guía de Instituciones y Museos (1971) preparada por el ex comisario Adolfo Enrique Rodríguez, quien en la década de 1950 se había desempeñado como Director del Museo de la Policía Federal, en 1968 alcanzó la presidencia del flamante Colegio de Museólogos y ahora se presentaba como “licenciado en museología” además de historiador oficial de la fuerza policial.12 

En este contexto no parece extraño que el general Acdel Vilas – el militar vinculado a López Rega y al sindicalismo peronista que en febrero de 1975 comandó el Operativo Independencia para “aniquilar la subversión” en Tucumán- tuviera la afición de recolectar elementos sustraídos al enemigo y exhibirlos en su museo personal como “trofeos de guerra”.13 Y aunque resta una investigación que reconstruya las complejidades del proceso, estos y otros indicios señalan un itinerario que desemboca en los macabros “museos antisubversivos” erigidos durante la última dictadura cívico-militar en los mismos espacios donde funcionaban los Centros Clandestinos de Detención. Investigaciones recientes señalan que el Museo de la Policía en Tucumán exhibía restos corporales de guerrilleros anónimos asesinados como testimonios irrefutables del éxito de la guerra que conllevaba la muerte y derrota de la “subversión”, y que el museo emplazado en Campo de Mayo mostraba las ya populares figuras de cera, portando armas y vestidas con trajes de guerrilleros; hasta existió el rumor – o la posibilidad- de que se haya visto el cuerpo embalsamado del jefe del Ejército Revolucionario del Pueblo, Mario Roberto Santucho - asesinado en 1976- dispuesto como si estuviera vivo.14 “Darle a la muerte nueva vida”, decía el Ministro; una vida como objeto museográfico para representar ahora, mediante la puesta en escena y el espectáculo, estampas de la “lucha antisubversiva” en los mismos espacios donde reinaba el espanto.

¿Cómo pensar la profesión de museólogo y el rol de los museos a la luz de estas narraciones?, ¿qué nos dicen sobre las prácticas de los científicos, de los historiadores y de los reconstructores de pasados?, ¿qué uso se ha hecho de los saberes expertos, de las competencias y habilidades que con honestidad justiciera reivindicamos como profesionales?. Tal vez la primera cuestión sea indagar profundo con ojo y sentido crítico. Reconstituir el cómo, el quiénes y el por qué, porque hicimos mucho pero todavía falta; reestablecer las coordenadas exactas aunque duela y sangre. Recién después – como ya sabemos- empezar de nuevo.

1 Extracto de una investigación en curso sobre la configuración de los museólogos como corporación profesional (Argentina, 1955-1983).

2 Museología Argentina, Ministerio de Cultura y Educación de la Nación, 1975 (en línea)

http://repositorio.educacion.gov.ar:8080/dspace/bitstream/handle/123456789/90579/EL001792.pdf?sequence=1

3 La literatura sobre el itinerario del cadáver de Eva Perón es abundante. Para un film documentado ver Evita. La tumba sin paz (Dir. Tristán Bauer; Investigación y guion, Miguel Bonasso, 1997)(en línea)

https://www.youtube.com/watch?v=hcL_cybH340

Sobre las intenciones de López Rega y sus prácticas esotéricas con el cadáver de Eva desde 1971, ver Larraquy, Marcelo, López Rega. La biografía, Buenos Aires, Sudamericana, 2004, pp. 175-176 y 303.

4 González, Juan, “El segundo secuestro de Aramburu: el día que Montoneros robó su cadáver”, Revista Noticias, 29 de mayo de 2020 (en línea)

https://noticias.perfil.com/noticias/politica/el-segundo-secuestro-de-aramburu-el-dia-que-montoneros-robo-su-cadaver.phtml

5 La entidad obtuvo personería jurídica y se mantuvo activa por diez años editando una revista de conservación y restauración. Sobre la trayectoria de Tellechea en la historia de la restauración ver“Domingo Tellechea: el arte de mantener vivo el pasado”, El Civismo, Luján, 18 de septiembre de 2012 (en línea) https://www.elcivismo.com.ar/notas/13950/; Goren Silvio, “¿Que nos deja la historia de la conservación en la Argentina?”, Conversa. Voces en la conservación, Nº 3, junio de 2015 (en línea)

https://conversaonline.wixsite.com/conversa/qu-nos-deja-la-historia

6 La historia de la creación del IAM, del CMRA y otras instituciones de formación profesional en Rodríguez, Adolfo Enrique, Museología Argentina. Guía de Instituciones y Museos, Talleres de Ronaldo Jorge Pellegrini, Linotipia-Impresiones, Buenos Aires, 1971.

7 Exploraciones sobre las características de las exhibiciones del Museo de la Policía Federal en Caimari, Lila, “Vestigesof a HiddenLife. A Visittothe Buenos Aires PoliceMuseum”, Radical HistoryReview, Nº 113, 2012, pp. 143-154 (en línea); Sirimarco, Mariana, “La cosa y la palabra. Relato y emocionalidad en un museo policial”, Revista del Museo de Antropología Nº 7, vol. 1, 2014, pp. 177-188 (en línea). También el compendio de artículos en Sirimarco, Mariana (Coord.), Narrar el oficio. Los museos de las fuerzas de seguridad como espacios de ficciones fundadoras, CABA, Biblos, 2019.

8 Testimonio de Garrido sobre su trayectoria como escribano en “El intocable de la Casa Rosada. Escribano Jorge Garrido”; Revista Siete Días Ilustrados, 25 de enero de 1971 (en línea)

http://www.magicasruinas.com.ar/revistero/argentina/escribano-garrido.htm

9 Testimonios posteriores de Tellechea sobre la restauración del cadáver en Evita. La tumba sin paz…, minutos 46-47. “Entrevista a Domingo Tellechea”, Revista Siete Días, Nº 916, enero de 1985 (en línea) http://evita2.marianobayona.com/restaura.html

10 Zunini, Patricio, “La historia secreta de la quinta de Olivos: del tigre de Perón a la noche en que la policía abandonó a De la Rúa”, Infobae, 15 de julio de 2017 (en línea)

https://www.infobae.com/grandes-libros/2017/07/15/la-historia-secreta-de-la-quinta-de-olivos-del-tigre-de-peron-a-la-noche-en-que-la-policia-abandono-a-de-la-rua/ Vallejos, Soledad,Olivos. Historia secreta de la quinta presidencial. La intimidad jamás contada de la política argentina, CABA, Aguilar, 2017.

11 Varios indicios sugieren que el Museo funcionaba también como espacio para marcar “subversivos”. En un testimonio que merecería un análisis detenido, Tellechea recuerda que el secuestro y asesinato de su amigo Julio Troxler - el militante peronista que inició su lucha en la resistencia y sobrevivió a los fusilamientos en los basurales de José León Suárez promovidos por el gobierno de facto- ocurrió pocos días después de que, por pedido del mismo Troxler, lo acompañara a conocer el Museo y le presentara a los directores. Fue fusilado en Barracas el 20 de septiembre de 1974 por un escuadrón de la Triple A. En López Ocón, Mónica, “Entrevista a Domingo Tellechea, el restaurador del cuerpo de Evita. Mitos y verdades sobre las heridas que sufrió el cadáver de Eva Perón”, Colectivo Ex Presos Políticos y Sobrevivientes, Rosario, 27 de febrero de 2011 (en línea)

http://colectivoepprosario.blogspot.com/2011/02/entrevista-domingo-tellechea-mitos-y.html;

12 En 1975 publicó seis volúmenes de Historia de la Policía Federal Argentina.

13Asch, Hugo, “El siniestro general Acdel Vilas, el “aniquilador” de la guerrilla de Tucumán al que Bussi le robó todo”, Infobae, 28 de enero de 2019 (en línea)

https://www.infobae.com/historia-argentina/2019/01/28/el-siniestro-general-acdel-vilas-el-aniquilador-de-la-guerrilla-de-tucuman-al-que-bussi-le-robo-todo/

14 Sirimarco, Mariana, “Las huellas de lo borrado: muerte, guerra y restos corporales en los museos de la subversión”, en Sirimarco, Mariana (coord.), Narrar el oficio…, pp. 225-282.

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Seminario Taller de Identificación de estructuras de tejidos americanos, documentación y conservación

5.4.21 - 

Difundimos este Seminario Taller de "Identificación de estructuras de tejidos americanos, documentación y conservación" organizado por el Equipo de Conservación de Textiles y dictado por Karen Simonovich que comienza el 19 de abril de 2021. 



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¿De qué le sirve a un gobierno de facto, un museo?

30.3.21 - 

 


Sobre el robo millonario de obras de arte en plena dictadura cívico-militar – eclesiástica.

En la Navidad de 1980, ocurrió el mayor robo de obras de arte de la historia argentina en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires. Fueron robados siete objetos decorativos de porcelana y dieciséis obras pictóricas impresionistas de Henri Matisse; Auguste Renoir; Paul Cézanne; Paul Gauguin; Edouard Degas; Auguste Rodin, y del artista americano Juan Blanes, entre otros. El botín fue valuado en 20 millones de dólares.

La hipótesis de quienes fueron los protagonistas llega hasta la esfera militar. Una de las principales es que las obras fueron cambiadas a Taiwan por armas, para sostener el momento final de la dictadura que finalizaría en 1983. Armas que empuñarían los combatientes en Malvinas.

En este contexto, aparecen vinculados personajes siniestros como el general retirado, Otto Paladino, ex jefe de la SIDE- Secretaría de Inteligencia del Estado- nombrado por Videla. Paladino conocía perfectamente el museo, era propietario de la “Agencia Magister de investigaciones privadas”, que había sido contratada unos meses antes por la institución para el despliegue del operativo de seguridad durante una exposición temporal, anterior al robo. En dicha empresa, trabajaban familiares de otro personaje oscuro de la historia argentina como Aníbal Gordon, ex jefe de la Triple A. Juntos, Paladino y Gordon dirigieron el centro clandestino de detención en Buenos Aires llamado “Automotores Orletti”.

El robo en el Museo de Bellas Artes deja a la vista las conexiones entre los organismos de seguridad públicos y privados para encubrir actos delictivos cometidos por el gobierno. También, evidencia prácticas reiteradas de aquel entonces; detenciones, interrogatorios, torturas y secuestros. Al menos cinco trabajadores del museo a quienes no se vinculaba con el robo, fueron torturados. Y el curador, quien había logrado que la familia coleccionista Santamarina donara sus colecciones privadas al Estado, fue secuestrado.



Fue la Justicia a cargo de la jueza Laura Damianovich de Cerredo, que se limitó a tomar medidas en contra de los trabajadores del museo, el sereno y el bombero, las únicas personas que estuvieron allí durante el robo. La misma jueza que también fue partícipe de varias torturas realizadas en el “Pozo de Banfield”, otro centro clandestino de detención que funcionó en el conurbano bonaerense.

En 2013, la cineasta Patricia Martín García publicó el libro “Pasaporte al olvido. El caso del robo del Bellas Artes” que devela parte de esta historia; las características del golpe, el rumbo tortuoso que tomó la investigación y el desarrollo de una causa judicial destinada, desde el principio, a encubrir a los culpables y garantizar la impunidad.


Redacción para ATM: Julieta Rausch

Fuentes:

http://trabajadoresdemuseos.blogspot.com/2013/05/pasaporte-al-olvido-el-caso-del-robo.html

http://www.ramona.org.ar/node/69772

https://gatopardo.com/reportajes/el-millonario-robo-de-la-dictadura-argentina-al-museo-nacional-de-bellas-artes-de-buenos-aires/

http://www.nuestrasvoces.com.ar/otras-voces/robo-al-museo-el-millonario-robo-de-la-dictadura-argentina/

https://www.diariodecultura.com.ar/columna-izquierda/el-robo-al-museo-nacional-de-bellas-artes-en-plena-navidad-20-millones-de-dolares-tres-cuadros-recuperados-y-la-sombra-de-la-dictadura/

https://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-59602-2005-11-24.html



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