Industria estatal para la soberanía nacional (o cómo un museo potencia la noción de patrimonio público)

11.4.21 - 

 Industria estatal para la soberanía nacional

(o cómo un museo potencia la noción de patrimonio público)


Orígenes y vaivenes de un gigante

El Astillero Río Santiago se emplaza en la localidad bonaerense de Ensenada, a pocos kilómetros de la ciudad de La Plata. Como industria naval estatal nació en el periodo de entreguerras, en la década de 1930, luego de incrementarse el comercio y el transporte ultramarino de materias primas exportables, como un claro acto gubernamental para la defensa de la posición estratégica del país con relación a su soberanía política y económica en el mundo.


Para 1953, durante el gobierno de Juan Domingo Perón, se constituyó oficialmente Astilleros y Fábricas Navales del Estado (AFNE), empresa conformada por el Astillero Río Santiago (ARS) y la Fábrica Naval de Explosivos Azul (FANAZUL), con dependencia del Ministerio de Marina, emplazado sobre un predio de 229 hectáreas y 55 áreas productivas bajo jurisdicción nacional.

El complejo industrial, llegó a contar con una planta cercana a los 5.500 empleados en las distintas secciones como calderería, herrería, mecánica (tornería y ajuste) cobrería, estructuras, electricidad, fundición de hierro y acero especiales, carpintería de blanco y de ribera, además de las grúas en gradas y muelles, playas de materiales, central de fuerza (usina eléctrica, vapor, aire), dique y grúa flotante, almacenes, vestuario y comedor, entre otros.


Desde el momento en que se fundó la empresa, el complejo ARS incluyó una escuela técnica para formar recursos humanos calificados al astillero. La escuela, que en sus primeros años de vida se llamó “de aprendices y técnicos”, se acabó convirtiendo, en 1972, en la Escuela Nacional de Educación Técnica Privada de Fábrica Astillero Río Santiago

En sus más de ochenta años de vida productiva, su mano de obra especializada ha cumplido siempre todo el circuito técnico y operativo para lograr megaobras de infraestructura metalmecánica (como el icónico Estadio Único de La Plata y actualmente la marquesina de la Confitería “El Molino”) y grandes obras arquitectura naval (como la emblemática Fragata Libertad).

Su historia, rica en proyectos y desafíos, está atravesada tanto por continuidades como quebrantos, principalmente el padecido en la década del 90’ cuando el proceso de desregularización del Estado -con la venta y privatización de todas las empresas públicas- bajo el gobierno de Carlos Menem, se remata la soberanía productiva nacional en gas, carbón y petróleo, ferrocarriles, electricidad, aguas y en materia naval también. El desguace pleno de toda instancia de industria liviana y pesada tuvo como antesala en las dictaduras militares previas -especialmente la de 1976- y su epitafio neoliberal en plena democracia, siendo el ARS un botín de guerra por vender.

A fuerza de resistencia de su masa trabajadora organizada –con el apoyo de sindicatos y de sus familias–, lograron evitar los despidos en masa que habían sufrido otras grandes sociedades anónimas o del Estado (como YPF, SEGBA y OSN). Se mantuvieron en la órbita pública, al ser traspasados a la administración provincial. No fue una conquista fácil sostener la premisa de “el ARS no se toca” y “ARS-100% estatal” en un contexto de degradación permanente de lo público so pretexto de una economía libre y abierta al mundo. Una gran espalda institucional sostenida en lo colectivo, consciente de su valor, de sus trabajadores desaparecidos y de su porvenir, son bandera compartida por quienes forman el “ser astillero”.

Tras la política de la anterior gestión provincial, y pandemia mediante, el astillero permanece. Con una planta cercana a las tres mil personas, pero sólo un 10% en función por cuestiones sanitarias, continúa escribiendo historia para la soberanía de la industria nacional bajo la dependencia del Ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica bonaerense, transitando el desafío de ser la única empresa estatal del país que diseña, produce y exporta buques cargueros al mundo.


Una historia, mil patrimonios

Raúl Corzo cumple, desde hace 38 años, una rutina cuasi religiosa: resistir. En su cuerpo están guardadas todas las memorias: la de militante, obrero y hoy, custodio del legado histórico del Astillero Río Santiago. Su trabajo silencioso, junto a un equipo, recupera las voces de las y los que construyen desde hace más de 70 años soberanía en cada remache, asamblea y botadura de barcos desde el Río de la Plata al mundo. Raúl es el director del museo del astillero.


El proyecto del museo se entrelaza con su propia vida, cuando en pleno proceso de “desregularización” del entramado estatal, decidió estudiar la carrera de Comunicación Social en la Universidad Nacional de La Plata; una decisión que, a simple vista, guardaba poca conexión con su tránsito en distintas áreas del ARS pero que se constituyó en puntapié para recuperar la historia del mismo. Dentro de la propia escuela técnica del astillero, a través de la materia comunicación, empieza con estudiantes (en muchos casos, hijos e hijas, nietos y nietas del personal fundacional) a entrevistar a obreros que estaban próximos a cumplir cincuenta años de servicio. La finalidad era editar un folletín escolar para la comunidad. Ese primer gesto de poner en juego cuerpos y saberes, despierta el germen del registro (oral, visual y luego objetual) de un patrimonio de escala humana, vivo, que conformará, sin saberlo, la primera “colección” del futuro museo.


La articulación escuela-astillero originó un movimiento sin precedentes en materia de resignificación de la identidad del ARS; el 5 de marzo de 2008 nace oficialmente el Archivo Histórico y Museo “Astillero Río Santiago”.

Su misión es proteger el patrimonio cultural, material e inmaterial, del Astillero Río Santiago (empresa estatal provincial) y todo aquel testimonio sobre el desarrollo histórico de la Industria Naval para promover la toma de conciencia sobre la importancia de la industria naval en la comunidad. A través del archivo -que se nutre de documentos orales, escritos o fotográficos de los sucesos que influyeron en el ámbito de la empresa- y del museo -orientado a la Ciencia y Técnica Naval, en estrecha cooperación con los demás talleres del ARS, proveedores de la mayoría de las piezas de su colección- su cotidianeidad opera en un constante avance por comunicar su ser y estar como para ejercitar la memoria de un gigante. Un proyecto único por su origen y sus impulsores, los propios trabajadores del ARS, que conscientes del valor de sus oficios -y sus miles de patrimonios- dentro de la micro y macro historia económica, política y cultural al construir una narrativa propia, desde un pensamiento situado.


Cuenta con un equipo de trabajo formado por personal técnico y administrativo de la propia empresa que articulan saberes (y pasiones sobre el ARS) por medio de “áreas-taller” como el de Modelismo Naval -que realiza las maquetas a escala de los cargueros producidos-, el de Restauración -que recupera piezas y maquinaria histórica para su exhibición- y el Servicio de Visitas -que realiza guiadas para instituciones educativas y público en general-. De este modo, y sin detenerse, dan forma a una institución embarcada hacia el rescate cotidiano de sus memorias.


El museo se emplaza en un galpón desafectado (el ex “bicicletero”), que se acondicionó para una función patrimonial. La puesta en valor del espacio fue realizada con la colaboración y complicidad del personal que, desde distintos puntos del predio, fueron trayendo piezas de los diversos talleres del ARS para así reflejar el trabajo de cada uno.



Desde una bicicleta que servía para la vigilancia, engranajes de gran formato, modelos a escala de barcos hasta documentación (fotografías, legajos y material de difusión institucional y sindical) forman parte del diverso acervo que, junto a los relatos orales, complementan los intersticios donde la ausencia de fuentes tradicionales no parecieran contar sus memorias. Un especial sector guarda el vinculado con la Memoria, Verdad y Justicia al recordar -tanto en el predio exterior como en la sala permanente- a aquellos trabajadores que fueron detenidos desaparecidos durante el terrorismo de Estado.


Raúl y su equipo cuentan con entusiasmo los proyectos en carpeta para el crecimiento del museo, como la mejora de sus accesos y reacondicionamiento de su exposición permanente, la puesta en valor integral del fondo fotográfico y documental -acorde a los parámetros de la conservación preventiva- junto a los recorridos guiados por las instalaciones del predio del ARS para experimentar su dimensión integral. Los desafíos son diversos y presentan complejidad, pero se nutren del objetivo clave de continuar viaje hacia nuevos horizontes para el museo en concordancia con el espacio mayor donde pertenecen.

Los límites del Archivo y Museo, en términos tradicionales, se desdibujan ya que su “adentro/afuera” involucra un territorio tanto geográfico como simbólico. Implica una serie de lazos que para lo productivo se apoyan en vínculos humanos forjando un entramado sólido, que en sus tensiones, no lo hacen un simple museo de ciencia y técnica naval más. Es un espacio dinámico que entrelaza el ayer y hoy del ARS, que propone una mirada desapegada de lo nostálgico para habilitar preguntas sobre por qué un astillero estatal y productivo es capaz de reconocer el lugar que ocupan sus trabajadores y trabajadores en la historia de un país.


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Contacto: museo@astillero.gba.gov.ar

Museo del ARS - Facebook: https://www.facebook.com/MuseoAstilleroRioSantiago

Museo del ARS - Blog:https://www.museoastilleroriosantiago.blogspot.com/

Museo delARS - Instagram: https://www.instagram.com/museoastillero/


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Texto: Leonardo Casado, p/ Asociación Trabajadores de Museos

Edición y corrección: Ignacio Fernández del Amo, p/ Asociación Trabajadores de Museos

Fotografías: Leonardo Casado (actuales), sitio web del ARS (históricas)