La
museología en territorio boliviano: el MuseoVida
Todo
es
proceso
construcción
permanente
con
aciertos y errores.
Pero eso, no se hace solo/a
se hace de a muchos/as
Y desde el suelo.
Pero eso, no se hace solo/a
se hace de a muchos/as
Y desde el suelo.
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13 de
marzo de 2020.
Julieta
Rausch.
Toda
conversación suele hacer su meollo en torno a un tema. Esta
conversación colectiva tuvo la intención de girar sobre una
poderosa frase del museólogo brasilero Mario Chagas “La
museología que no sirve para la vida, no sirve para nada”. De
allí, el nombre del conversatorio.
A la
vez, toda conversación ocurre en un contexto. Por ello, si planteaba
un conversatorio con trabajadores de los museos tarijeños, tenía
necesariamente que conocerlos. No puedo hablar de “territorio”
sino conozco.
Durante
una semana recorrí los espacios de Tarija. Ese valle y chaco
boliviano templado y verde. Territorio de chapacos
y
chapacas,
cholas y
cholas
y de inmigrantes. De vinos, maíces y una profunda agricultura
campesina ancestral.
Los
museos forman parte de ese territorio que busca posicionarse como
lugar turístico. Eso hace que el foco de atención en los museos sea
“recibir al turista”. Estos cuentan con estructuras diversas;
algunos son emprendimientos privados (derivados del coleccionismo),
otros pertenecen al Estado, a la Universidad Juan Misael Saracho o a
la Orden Franciscana. Ningún museo supera las diez personas como
personal, pero sí tienen a cargo colecciones patrimoniales
voluminosas y diversas.
De
visita por los espacios, y en conversaciones informales, se comentó
la necesidad de capacitación, contar con espacios del trabajo para
lecturas y análisis teórico.
De esa
necesidad, surgió la posibilidad.
En el
marco del 4° Paro Internacional Feminista, el lunes 9 y martes 10
del mes pasado, en forma intensiva se llevó a cabo el curso/taller
sobre la “ciencia de los museos”, desde un abordaje “vital”.
Pensar el MuseoVida, cuyo centro son las personas (¡vivas!)
Y si
bien, el conversatorio fue pensado, en primer lugar, para los/as
trabajadores de museos de Tarija, el salón del Centro Cultural Casa
Creart se colmó. Trabajadores de distintas instituciones culturales,
estudiantes de carreras afines, docentes, investigadores,
emprendedores ligados a productos regionales y al turismo, entre
otros interesados/as. Cerca de ochenta personas participaron; se
evidenciaba la necesidad de conocer, debatir, preguntar, pensar con
otres.
La
búsqueda del saber moviliza, del mismo modo que conocer a otros y
otras y hacer red. Para ello, se dispuso una pared para “Post-it”
con datos personales, profesiones, intereses, puestas al servicio de
quien nos necesite. Hacer red; saber que no estamos solos ni solas es
fundamental para imaginar otros museos.
El lunes
se inició temprano conversando sobre algunos conceptos teóricos
como la definición de “museo”. Pensarla, implicó retomar las
discusiones dadas en la 25° Conferencia del ICOM del 2019 en Kioto,
Japón. En dicha oportunidad, no se llegó a una nueva definición,
lo cual evidencia la necesidad de seguir debatiendo o, dicho de otro
modo, a nivel mundial estamos en permanente redefinición, aprendiendo de lo que acontece. Hoy, en cuarentena, ¿cómo
se define un museo?
Luego,
se plantearon cuatro ejes a debatir en grupos, teniendo como realidad
concreta, los museos de Tarija. Conceptos como: (este) Territorio;
(este) Tiempo Presente; los vínculos entre sujetos/as y objetos; los
vínculos con otros/otras/otres.
En
conversaciones reducidas de 4 o 5 participantes, los conceptos se
desmenuzaban mejor y generaban derivas difíciles de sostener:
¿Ciudad
o departamento?, ¿territorio sólo de chapacos?, ¿cómo se nombra
el “noviembre de 2019” desde un museo tarijeño?, ¿mi reloj
puede ser objeto de museo?, ¿cuál es el límite de la relación con
los otros?, ¿existe un límite?
El
martes fue el día de imaginar otros museos posibles. En grupos, se
diseñaron propuestas concretas para comunidades (imaginadas) y así,
poner en relación los museos tarijeños y las colecciones
patrimoniales, con grupos específicos.
¿Los
museos reconocen la diversidad de comunidades que conforman Tarija?
¿Es posible que un Museo Nacional de Paleontología y Arqueología
se enlace con los jóvenes raperos que se reúnen a competir en la
plaza Sucre, a dos cuadras?
Nuevamente,
surgen más preguntas, más problemáticas, incluso, límites ante lo
posible e imposible de un museo (¡Juguemos imaginando, incluso, lo
imposible!)
Algo
pasó. Los debates y discusiones surgieron y con ellos, parte del
sentido común de la sociedad tarijeña: “¿Por
qué un museo tendría que gastar tiempo y recursos en trabajar con
el colectivo TLGB?”
¿Por
qué si? ¿Por qué no? Porque, claramente como esa misma pregunta
encubre, es una decisión política. Una postura política que se
encuadra en la Museología Social.
La
obviedad no resulta cuando se reconoce que los territorios son
múltiples, diversos y altamente complejos; son espacios de disputas
por el poder. Y, en particular, la pregunta resulta pertinente si se
toma en cuenta el profundo tramado religioso de Tarija, donde la
Iglesia Católica ordena y da sentido a la vida social.
Algo
ocurrió, algo se movilizó y se inmovilizó. La museología social
se expandió y sacudió prejuicios y estereotipos. Algo de eso
sirvió.
La
militancia en un museo es, incluso, asumir la alteridad más
reaccionaria.
Allí,
el mayor desafío; mirar a los lados y tirar redes hacia el/la
otro/a/e distinto a mí.
Luego,
de compartir con el resto del curso las propuestas, fue un honor
contar con la experiencia de Vladimir Cruz Llanos, Director de la
Casa Nacional de Moneda de Potosí durante los años 2017 y 2018.
Vladimir compartió su experiencia de gestión que llevó a la Casa
de la Moneda a ser un espacio abierto; “se
la teníamos que devolver a los indios", reconociendo
en esa frase la genuina pertenencia histórica de las comunidades
originarias. Desde
allí que varios proyectos implicaban habitar la Casa por los/las
descendientes de aquellos que la construyeron con sus propias manos.
“Existe
la necesidad de construir significados de orden simbólico sobre la
participación de los indígenas en el conjunto de la relaciones
sociales y culturales del periodo colonial, el museo debe ser el
espacio de la emancipación cultural, además de problematizar las
representaciones de la diversidad cultural, sin duda que la tarea es
compleja, transformar las practicas museológicas y museográficas
del periodo de dominación colonial conlleva democratizar el museo,
hacer accesible al gran público nacional el patrimonio cultural de
nuestra historia como Estado Plurinacional […]”1.
Este
conversatorio no terminó allí, continuó en un grupo de whatsapp,
sigue en cada lectura propuesta o cada link enviado sobre una
actividad. En la formación no hay principios ni fines, sólo caminos
y procesos. Más preguntas, más evaluaciones, más pruebas y
errores; donde se trama lo político, lo poético, lo ético, lo
amoroso.
Hacer un
museo en función de la vida es un museo a “escala humana”; es
mirar a los ojos, tomarse el tiempo de escuchar, observar,
investigar, conversar y continuar, incluso en estos tiempos donde
prima la mayor distancia social.
Texto para ATM: Julieta Rausch
Créditos de fotos: Iván
Castrillo, Fabio
Sergio Cruz.
Agradecimientos: Fabio
Sergio Cruz, Javier
Navarro, Iván Castrillo, Centro Cultural Casa
CREART, Vladimir Cruz, Secretaría de Turismo y Cultura de la
Alcaldía de Tarija, Universidad Autónoma Juan Misael Saracho.
Contactos: Centro Cultural
Casa Creart Domingo Paz 517, Tarija, Bolivia. Facebook: Fabio Sergio
Cruz.
1
Cruz, Vladimir. “El museo como espacio de emancipación cultural”
http://migrana.vicepresidencia.gob.bo/articulos/el-museo-como-espacio-de-emancipacion-cultural/