A propósito de la mirada que tienen los museos de Historia sobre los pueblos originarios.

12.10.19 - 

- ¿Qué mirada ofrecen tanto el Museo Roca como el Museo Histórico Nacional sobre la conformación del Estado argentino?
- ¿Qué lugar se les da a los pueblos originarios en la Historia Nacional? ¿Cómo aparecen representados?

Al visitar tanto el MHN como el Museo Roca observamos que ambos hacen hincapié en lo que fue la conformación del Estado Nacional argentino. Si bien, a raíz de los cambios historiográficos hoy por hoy se menciona a los pueblos originarios y, por lo tanto, no se niega su presencia, la manera de presentarlos sigue siendo, a nuestra mirada, discutible.
En primer lugar, hay una mirada subyacente sobre seguir tratando a los pueblos originarios como algo del pasado, más concretamente, de un pasado remoto. Se exhiben distintos elementos de la cultura material y se muestra cierta fascinación por la complejidad que dichos trabajos demuestran así como la conexión que tales objetos podrían haber tenido con la cosmovisión de cada pueblo. Sin embargo, cuando nos acercamos a un pasado más reciente la presencia de los pueblos originarios comienza a diluirse. Claro que se han incorporado nuevos actores sociales y que, a la hora de entender que significó la conformación del estado argentino, la idea de la modernidad entra de lleno y no se puede negar, en tanto se busca dar cuenta de aquella idea impulsada por la élite conservadora y positivista que gestó el mencionado proceso. Sin embargo, ¿esto conduce a marginar la presencia de los distintos pueblos originarios que habitaban y habitan hoy en día el actual territorio argentino? En un contexto de grandes avances en investigaciones interdisciplinarias que han puesto el foco en la construcción de este estado, donde incluso se han propuesto conceptos nuevos como el de “genocidio” para ser incorporados a la hora de comprender qué significó la construcción estatal, creemos que la visión plasmada en estos museos sabe a poco. Hay una parte de la historia que se cercena, incluso dentro de los cambios progresivos que la historiografía ha alcanzado.
Los cambios en los relatos y guiones históricos de los museos son lentos y responden a contextos sociales determinados; son procesos que llevan tiempo y que la mayoría de las veces no ocurren de manera participativa ni con el involucramiento de las comunidades o grupos sociales que se referencian con esa historia, a pesar de los intentos que realizan, en muchos casos, les trabajadores de esas instituciones.
En Argentina, el reconocimiento constitucional y jurídico de la preexistencia y de los derechos de los pueblos originarios le lleva una delantera de 25 años a los guiones de los museos históricos.
A los pueblos originarios se los menciona en este tipo de museos como el pasado prehispánico o como sujetos del exterminio en las campañas de ocupación territorial del siglo XIX. Pareciera ser que sólo en algunos museos antropológicos o etnográficos tienen cabida esos pueblos como sujetos históricos y contemporáneos. En pleno siglo XXI, creemos que es responsabilidad de las autoridades de la Secretaría de Cultura de la Nación continuar con la invisibilización de estos y otros pueblos en la historia nacional. No olvidemos que los pueblos originarios son productores culturales y protagonistas de la historia de nuestro país y como tales han existido y existen líderes y artistas con nombres y apellidos.
En el Museo Roca, la recurrencia a las categorías occidentales para mencionar el territorio indígena, al denominar como Araucanía al extenso sur que aún sigue siendo habitado por numerosas comunidades mapuche y tehuelche; así como ponderar la producción de manzanas de exportación en la actualidad, y ni siquiera mencionar a las sociedades originarias actuales, es una muestra de que aún sigue faltando el reconocimiento no sólo de preexistencia sino también de la actual existencia de los pueblos que hoy continúan viviendo y resistiendo en la Patagonia.





En un recorrido por el Museo Histórico Nacional es interesante conocer las nuevas colecciones adquiridas que muestran una variedad de objetos precolombinos, principalmente procedentes de los Andes Centrales, y donde diferentes partes de la historia académica u oficial son reflejadas a través de numerosos objetos que representan el transcurso del siglo XIX y parte del XX, donde la mención a los pueblos originarios aparece en la sección “la conquista del desierto-expansión de la frontera agrícola-ganadera” donde “la cuestión aborigen” se reduce a la referencia a los malones y a la apropiación de las mujeres cautivas. 




Nos preguntamos qué sensación tendrían un mapuche, un qom, un guaraní, a modo de ejemplo de tantos otros pueblos originarios, si visitaran este museo o el Museo Roca, lo cual ya su nombre implica la apologÍa del genocidio originario. No ser parte de la historia o ser sólo una parte de esa historia reconstruida. Tal vez sería importante convocar a las voces originarias para escuchar qué tienen que decir o qué quieren decir en un relato sobre la historia argentina. Tal vez ya va siendo el tiempo de propiciar la participación real de quienes durante cientos de años fueron acalladxs.