EL CAMINO DEL GENOCIDA EMPIEZA CON LA EXCLUSIÓN CULTURAL EN EL MUSEO Y EN LA ESCUELA

27.7.14 - 
EL CAMINO DEL GENOCIDA EMPIEZA CON LA EXCLUSIÓN CULTURAL EN EL MUSEO Y EN LA ESCUELA

Por J. Santacana
http://didcticadelpatrimonicultural.blogspot.com.ar/2014/07/el-camino-del-genocida-empieza-con-la.html
 
Ante el muro de las lamentaciones de Jerusalen (Foto del autor) 
¿Igualdad o heterogeneidad?
Hoy intuimos que una educación y una cultura patrimonial y museística inclusiva implica una transformación de base en los formulas  educativos actualmente vigentes y ello es así porque  los enfoques dominantes en la escuela  se basan en obtener una educación basada en la homogeneidad  y lo que se precisa en las sociedades actuales son fórmulas que se basen y respeten la heterogeneidad, la diversidad y que sepan valorar la diferencia. Algo similar ocurre en el museo; la visión que ofrece a menudo es unidimensional y se basa en el supuesto que todos sus usuarios partimos de los mismos pre-supuestos culturales iniciales; nada más lejos de la realidad.
 
Cristianos ortodoxos en Jerusalen (Foto del autor)
El derecho a ser diferente es el derecho a la propia identidad
Y para conseguir una  educación inclusiva y la atención a la diversidad en museos y escuelas es necesaria  una mayor competencia profesional de los gestores culturales, museólogos y docentes, formar equipos de técnicos, museólogos, educadores, maestros y maestras que sepan estimular el trabajo cooperativo; se requieren proyectos educativos, tanto en escuelas  como en museos  mucho más amplios, mucho más flexibles, que se adapten a las diferencias y las desiguales y necesidades de los individuos.  Se requiere una educación y unos programas y discursos museológicos  para todos, pero sobre todo, para cada uno, en la cual el niño o la niña, así como el adulto aprendieran a ser ellos mismos. Precisamente para aprender a ser  uno mismo es necesario  hacer efectivo el derecho a la propia identidad respetando  a cada uno por lo que es y por  como es.  Y adquirir este derecho presupone  valorar un conjunto de atributos, características y cualidades tanto  fenotípicas como de tipo cultural. Es esto lo que facilita a las personas a ser  lo que quieren ser y no lo quieran otros que sean.

En el museo de Historia de Barcelona (Foto del autor)

El mito que demonizó la diversidad
Según el Génesis, Dios castigó la soberbia de los humanos en Babel, con la aparición de las diversas lenguas; de esta forma, no podían entenderse y se disgregaron; no se pudo ultimar su obra colectiva, la Torre de Babel. Así, mediante este mito se demonizó la diversidad humana, que paso a ser el resultado de un castigo divino. Este relato, aun desconociéndolo muchos en su formulación literaria bíblica, esta interiorizado en nuestras mentes. ¡No somos todos iguales a causa de una maldición divina!.
Aprendiendo las diferencias  (Foto del autor)

¡Y, sin embargo, todos somos diferentes!
Y en realidad, los humanos no somos iguales; somos todos diferentes. Comemos cosas distintas, vestimos de forma diferente, amamos y gozamos de forma diversa y nuestras fórmulas de comportamiento pautadas por la cultura son infinitas y diversas.  Sin embargo la escuela ha tenido la pretensión de hacernos, de convertirnos a todos en iguales.

Mujeres musulmanas en El Cairo (Foto del autor)

La exclusión cultural y sus “listones”
También el sistema de museos ha establecido un “listón” cultural a partir del cual el museo es comprensible o no lo es; ¿Quién puede comprender la pintura barroca sin compartir la mitología cristiana que el museo da por supuesta? ¿Cómo hay que mostrar un retablo gótico a un colectivo musulmán? La no solución de este problema  ha conducido a que, si eres diferente, quedas excluido de la comprensión. La escuela, como el museo, en la medida en que no se plantean fórmulas de inclusión cultural,  pretenden igualar y, por lo tanto, eliminar aquello que es diferente o bien a convertir lo diferente en motivo de exclusión.

Matanza de mujeres y niños en Talheim (Alemania) en el III milenio antes de Cristo (Ilustracion Mar H. Pongilupi) 

El camino de la exclusión acaba justificando  al genocida y al fanático.
Y la eliminación de las diferencias se inicia en el museo o en la escuela, se continúa en los arquetipos sociales y se concluye con la demonización de la diferencia.  El resultado histórico de la voluntad de eliminar las diferencias lo vemos cuando visitamos estos nuevos espacios patrimoniales que han ido surgiendo en Europa y en el resto del mundo después de la Segunda Guerra Mundial y que son los campo de concentración. Ellos, con todo el horror que llevan aparejados, constituyen una parte imborrable de nuestro patrimonio cultural, es decir lo que nos ha legado nuestra cultura y nuestra educación basada en conceptos que han priorizado la exclusión social y cultural con la pretensión de homogeneizar a los humanos.

Polonia 1940. ¡Eran indiseables! (Wikimedia commons)

La lección del pasado como conclusión
 Después de dos siglos de pretender ser iguales, viendo los trágicos resultados obtenidos, ¡quizás sea prudente empezar a valorar como buenas las diferencias!


Hoy... "Es un indeseable!¡Un pequeño terrorista! (Foto  web)