- ¿Qué mirada ofrecen tanto el Museo Roca como el Museo Histórico Nacional sobre la conformación del Estado argentino?
- ¿Qué lugar se les da a los pueblos originarios en la
Historia Nacional? ¿Cómo aparecen representados?
Al visitar tanto el MHN como el
Museo Roca observamos que ambos hacen hincapié en lo que fue la conformación
del Estado Nacional argentino. Si bien, a raíz de los cambios historiográficos
hoy por hoy se menciona a los pueblos originarios y, por lo tanto, no se niega
su presencia, la manera de presentarlos sigue siendo, a nuestra mirada,
discutible.
En primer lugar, hay una mirada subyacente sobre
seguir tratando a los pueblos originarios como algo del pasado, más
concretamente, de un pasado remoto. Se exhiben distintos elementos de la
cultura material y se muestra cierta fascinación por la complejidad que dichos
trabajos demuestran así como la conexión que tales objetos podrían haber tenido
con la cosmovisión de cada pueblo. Sin embargo, cuando nos acercamos a un
pasado más reciente la presencia de los pueblos originarios comienza a
diluirse. Claro que se han incorporado nuevos actores sociales y que, a la hora
de entender que significó la conformación del estado argentino, la idea de la
modernidad entra de lleno y no se puede negar, en tanto se busca dar cuenta de
aquella idea impulsada por la élite conservadora y positivista que gestó el
mencionado proceso. Sin embargo, ¿esto conduce a marginar la presencia de los
distintos pueblos originarios que habitaban y habitan hoy en día el actual
territorio argentino? En un contexto de grandes avances en investigaciones
interdisciplinarias que han puesto el foco en la construcción de este estado,
donde incluso se han propuesto conceptos nuevos como el de “genocidio” para ser
incorporados a la hora de comprender qué significó la construcción estatal,
creemos que la visión plasmada en estos museos sabe a poco. Hay una parte de la
historia que se cercena, incluso dentro de los cambios progresivos que la
historiografía ha alcanzado.
Los
cambios en los relatos y guiones históricos de los museos son lentos y
responden a contextos sociales determinados; son procesos que llevan tiempo y
que la mayoría de las veces no ocurren de manera participativa ni con el
involucramiento de las comunidades o grupos sociales que se referencian con esa
historia, a pesar de los intentos que realizan, en muchos casos, les
trabajadores de esas instituciones.
En
Argentina, el reconocimiento constitucional y jurídico de la preexistencia y de
los derechos de los pueblos originarios le lleva una delantera de 25 años a los
guiones de los museos históricos.
A
los pueblos originarios se los menciona en este tipo de museos como el pasado
prehispánico o como sujetos del exterminio en las campañas de ocupación
territorial del siglo XIX. Pareciera ser que sólo en algunos museos
antropológicos o etnográficos tienen cabida esos pueblos como sujetos
históricos y contemporáneos. En pleno siglo XXI, creemos que es responsabilidad
de las autoridades de la Secretaría de Cultura de la Nación continuar con la
invisibilización de estos y otros pueblos en la historia nacional. No olvidemos
que los pueblos originarios son productores culturales y protagonistas de la
historia de nuestro país y como tales han existido y existen líderes y artistas
con nombres y apellidos.
En
el Museo Roca, la recurrencia a las categorías occidentales para mencionar el
territorio indígena, al denominar como Araucanía al extenso sur que aún sigue
siendo habitado por numerosas comunidades mapuche y tehuelche; así como
ponderar la producción de manzanas de exportación en la actualidad, y ni
siquiera mencionar a las sociedades originarias actuales, es una muestra de que
aún sigue faltando el reconocimiento no sólo de preexistencia sino también de
la actual existencia de los pueblos que hoy continúan viviendo y resistiendo en
la Patagonia.
En
un recorrido por el Museo Histórico Nacional es interesante conocer las nuevas
colecciones adquiridas que muestran una variedad de objetos precolombinos,
principalmente procedentes de los Andes Centrales, y donde diferentes partes de
la historia académica u oficial son reflejadas a través de numerosos objetos
que representan el transcurso del siglo XIX y parte del XX, donde la mención a
los pueblos originarios aparece en la sección “la conquista del
desierto-expansión de la frontera agrícola-ganadera” donde “la cuestión
aborigen” se reduce a la referencia a los malones y a la apropiación de las
mujeres cautivas.
Nos preguntamos qué sensación tendrían un mapuche, un qom, un
guaraní, a modo de ejemplo de tantos otros pueblos originarios, si visitaran
este museo o el Museo Roca, lo cual ya su nombre implica la apologÍa del
genocidio originario. No ser parte de la historia o ser sólo una parte de esa
historia reconstruida. Tal vez sería importante convocar a las voces
originarias para escuchar qué tienen que decir o qué quieren decir en un relato
sobre la historia argentina. Tal vez ya va siendo el tiempo de propiciar la
participación real de quienes durante cientos de años fueron acalladxs.