Trabajo conjunto entre comunidad de Golpe de Agua y Museo Nacional de la Estancia Jesuítica de Alta Gracia

31.5.15 - 
La escuelita rural serrana que se resiste a desaparecer
En el paraje Golpe de Agua, ya casi no tiene alumnos, luego de 95 años de labor. Las Sierras sin serranos explican el fenómeno. Intentan rescatar saberes y tradiciones de su gente.


Por Especial


Alta Gracia. Esta es la historia de una pequeña escuelita rural serrana, que se resiste a desaparecer. Suma 95 años de historia y casi sin alumnos por efecto del despoblamiento rural, corre ese riesgo inminente. Pero su gente dará pelea.
Golpe de Agua es un paraje serrano, cercano a Alta Gracia y a 80 kilómetros de la capital cordobesa. A orillas del río Los Espinillos, en el límite entre los departamentos Santa María y Calamuchita, se levanta la escuela rural Hipólito Vieytes.
Merced a un trabajo conjunto entre la comunidad de Golpe de Agua y el Área Educativa del Museo Nacional de la Estancia Jesuítica de Alta Gracia, lugareños han decidido revivir el fortín gaucho Atahualpa Yupanqui, que naciera en 1992 y que hace una década dejó de funcionar, para ayudar a que la escuela “siga irradiando cultura”.
Cecilia Forza, inspectora de nivel primario de la zona, explicó que en una articulación con la comuna de Potrero de Garay se ha decidido acompañar esta propuesta comunitaria: “La idea, a partir de esta agrupación, es sumar actividades artísticas y sociales”, indicó.
El éxodo
La escuelita serrana migró, entre 1920 y 1938, por los parajes Las Taperas, Cerro Blanco, Los Espinillos y Estancia del Medio, hasta llegar a Golpe de Agua, donde se instaló en una casa de familia. En 1977 se inauguró su actual edificio.
Inés Recabarren fue allí maestra por casi 30 años. Cuenta que llegó a sumar 60 chicos, de una amplia zona serrana. Con tristeza, atribuye la drástica baja de la matrícula a que muchos pobladores rurales han emigrado a pueblos y ciudades. Inés describe ese fenómeno: “Desde los años ’60 y ’70, grandes terratenientes fueron comprando muchas hectáreas y fueron desapareciendo del lugar las familias serranas. Muchos pobladores vendieron sus campos a bajo precio y partieron hacia lugares poblados, donde vivieron haciendo changas, empobreciéndose”.
Similar situación se reprodujo en casi todas las Sierras en las últimas décadas. El boom inmobiliario de las dos últimas décadas, por el mayor interés por las tierras serranas, colaboró aún más con ese éxodo.
Que no se apague
El fortín gaucho de Golpe de Agua se puso en marcha en 1992. Martín Bustos, de 38 años, hijo de la “señorita Inés” Recabarren, mientras repasa las esquinas de la que fuera el aula que lo cobijara como estudiante, describe al fortín como el lugar “donde nuestras raíces se expresan a través de un caballo, la ropa gaucha, la música, la danza, las comidas, la literatura, las costumbres”.
Jesús Quinteros y Alejandro Acevedo cursaron sus estudios primarios en la Vieytes en épocas diferentes. Y ambos participan de esta iniciativa: “Yo venía con mis primos, caminando o a caballo; es muy triste ver cerrada la escuela donde aprendí tantas cosas”, dice Alejandro. Jesús sentencia: “Nos estamos organizando porque acá tendría que haber muchos niños”.
En 2008, el Museo de la Estancia Jesuítica de Alta Gracia puso en marcha el proyecto “Museo y Escuelas Rurales: un ida y vuelta”, que ha permitido llegar a escuelas y comunidades de la región, con el propósito principal de que no se pierdan los saberes serranos.
Desde el Museo, Mariano Giosa subraya la importancia de que esta realidad, “atravesada por conflictos, tensiones y desigualdades, en comunidades vulneradas y con serias restricciones en el acceso a la cultura”, empiece a escucharse y a ser contada en otros ámbitos.