El olvido está lleno de memoria

28.4.15 - 
Clínica Santa Lucía 162 (1974-1976)
Romina Ampuero*
“El olvido está lleno de memoria”
M. Benedetti
Frente al Cerro Santa Lucía, a solo pasos de la estación de metro del mismo nombre y con una ubicación privilegiada, se encuentra la Casona Santa Lucía. Este antiguo edificio de color ocre con cuatro pisos y un altillo que conserva la arquitectura propia del Santiago de los años 20, resguarda en su interior una parte de la historia de nuestro pasado reciente. La dictadura que sumió a Chile en 17 años de oscuridad, y que hasta el día de hoy nos mantiene presos de dolorosas interrogantes que no encuentran respuesta, nos entrega a través de esta casona otro antecedente de la brutalidad institucionalizada que corría por esos años.
En el año 1974 y dependiente de la Brigada de Salubridad de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), es creada la primera de las cuatro Clínicas Clandestinas de la dictadura: la Clínica Santa Lucía.
En términos formales, el objetivo de este recinto era la atención de agentes de la DINA y sus cargas familiares, sin embargo, a través de testimonios de ex detenidos y declaraciones de funcionarios, se ha podido establecer que operó como un centro de detención, tortura y exterminio.
Dentro de sus funciones se encontraba la de “recuperar” a los detenidos que eran trasladados desde otros recintos y posteriormente devueltos a su lugar de origen para ser sometidos nuevamente a interrogatorios y vejaciones. En el testimonio que entrega el Dr. Patricio Bustos S. de su experiencia como detenido en la Clínica Santa Lucía, la define como un “centro de torturas bajo control médico”, donde la medicina fue puesta al servicio del terrorismo de Estado. Esta forma de operar se constata en el empleo de torturas sicológicas y físicas a los prisioneros que tuvieron paso por este recinto.
La “clínica” como centro de exterminio se evidencia en la declaración de un funcionario, que señala haber sido testigo de la ejecución de detenidos “mediante el suministro de altas dosis de pentotal sódico que les ocasionaba arritmia y paro cardiorrespiratorio”. Es producto de estas prácticas que la enfermera Eliana Carlota Bolumburú fuera conocida como la “Dama del Pentotal”.
Este centro clandestino operó durante tres años, hasta su traslado en el año 1976 a Almirante Barroso, convirtiéndose en la denominada Clínica London (en la actualidad sede de Inacap).
Esclarecer estos hechos es el móvil principal del trabajo que desempeño participando en la implementación del Sitio de Memoria. La importancia de hacernos cargo de nuestra historia no me es indiferente, y desde siempre ha existido una sensibilidad con estos temas, inculcados desde mi núcleo familiar hasta la propia convicción construida desde mi experiencia en el trabajo con diversas organizaciones sociales. En el transcurso de este camino, conocer y compartir con las personas que han enriquecido en términos humanos este proyecto ha generado una mayor responsabilidad y convicción de que avanzar con la recuperación de la memoria de la que fuera Clínica de la DINA, constituye un paso a la verdad.
Ad portas de conmemorar el cumplimiento de 40 años desde el Golpe de Estado en Chile, se hace imprescindible rememorar nuestro pasado, ese pasado sobre el que se discute el nombre y no el fondo, y que tantos años después nos sitúa en un flanco conflictivo entre lo que recordamos y lo que más que olvidar por el paso del tiempo, decidimos no recordar.
Los Sitios de Memoria o Conciencia tienen un no reconocido rol importante en lo que será la construcción de nuestro futuro: solo con pleno conocimiento de nuestro pasado nos podemos dedicar a construir. Los tratamientos que tienen en la actualidad los diversos sitios son diferentes, no existe en nuestro país una política estatal que nos enseñe a tener viva la memoria, hoy principalmente este trabajo está en manos de particulares, corporaciones, agrupaciones de familiares, colectivos, etcétera, que desde la autogestión intentan mantener en pie el recuerdo de sus seres queridos. ¿Dónde está el Estado en este trabajo?, ¿cuál es el apoyo a estas iniciativas de los organismos de Derechos Humanos?, ¿dónde está la justicia? No existe; hay atisbos de cooperación y guiños que celebran a estas organizaciones, pero que finalmente, en términos prácticos y reales, solo quedan en eso.
A pesar de estas dificultades de las que no es ajeno el Sitio de Memoria Ex Clínica Santa Lucía, es desde mi opinión necesario abrir estos espacios al público en general, no con ánimo de exposición, sino más bien con la intención de generar una reflexión en las personas, acercarlas a su historia. Recorrer la casona que hasta hoy se mantiene intacta y conocer los hechos que marcaron de por vida a quienes estuvieron en este lugar, está lejos de ser un panorama de fin de semana, pero sí es necesario para entendernos, para entender el Chile de hoy y los padres de ayer, darnos cuenta de que no hay tanta distancia con esos jóvenes que querían un país mejor. Hoy más que ayer es lógico vernos como un espejo con ese pasado. ¿Qué tan distintas eran las demandas de quienes cayeron en la dictadura?
Para mí, una tarea importante en los sitios de memoria no es solo demostrar la crueldad que imperó durante la dictadura o dejar de manifiesto lo bajo que puede caer el ser humano cuando pierde exactamente eso, su humanidad, sino también permitirnos ver más allá de la figura del victimario y la víctima, considerando que todos podemos lograr estar situados en cualquiera de las dos veredas, dependiendo de las circunstancias que nos rodean.
En estos lugares no hay una memoria viva, hay un recuerdo, que no deja de ser importante, pero no es suficiente. Una tarea fundamental era heredarnos los sueños de ayer, que son semejantes a los de hoy, porque no se han resuelto. Se fue la dictadura con sus estoicos trajes militares, pero no llegó la igualdad ni la “alegría”. Al contrario, este país se sumió en el miedo a no repetir la historia y generó concesiones sobre las legítimas demandas de los que ya no están, demandas que hace no mucho se volvieron a poner en la palestra, recordándonos que no somos ese país desarrollado que aparece en las encuestas.
Esa es la idea que debería heredarnos esta historia, el sueño inconcluso junto a la herida abierta. Deberíamos salir de cada sitio reflexionando sobre nuestra responsabilidad con esas ilusiones de un país mejor y empoderándonos de nuestro rol en la sociedad. No es trabajo de los jóvenes, es trabajo de todos. Así mantenemos viva la memoria, retomando las banderas, continuando la lucha, haciendo que nos importe, ese es el mejor homenaje.
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* Sitio de Memoria Ex Clínica Santa Lucía. Estudiante de Derecho Universidad Miguel de Cervantes, Santiago.
Fuente: http://rufianrevista.org/?portfolio=clinica-santa-lucia-162-1974-1976