El
Museo Casa Yrurtia funciona en el Barrio de Belgrano desde 1949, época en que
fuera donado por el escultor Rogelio Yrurtia y su esposa Lía Correa Morales,
antigua casa donde los artistas vivieron y que decidieron transferir al estado
nacional junto a sus obras de arte y mobiliario.
Esta
casa de fines del siglo XIX, refaccionada en estilo neocolonial a principios
del siglo XX, obtuvo un premio municipal de arquitectura para la década de
1920.
Las
colecciones presentes en esta Casa Museo abarcan desde esculturas de gran
formato hasta objetos diversos coleccionados por la pareja, así como mobiliario
y planos de los
los monumentos que Yrurtia proyectó y en algunos casos
realizó, como ser el Mausoleo de Rivadavia o el proyecto del Canto
al Trabajo en Paseo Colón.
Actualmente,
este museo presenta muchos problemas edilicios que ponen en riesgo en primer
lugar al trabajador, luego al visitante y finalmente a las colecciones.
Rajaduras
en los techos de las salas y la reserva técnica, filtraciones de agua en techos
y paredes, apuntalamientos precarios en la galería, caídas de revoques en
acceso a los baños, cables de electricidad próximos a las paredes húmedas,
canaletas tapadas por hojas, tejas emparchadas, nidos de palomas, sumado a la
falta de personal de mantenimiento y de electricista y a la presencia de una
sola persona de limpieza, dan una imagen de abandono de este rico patrimonio
cultural y de inseguridad para los trabajadores y visitantes del museo.
Mientras
tanto, en el jardín de la casa se observa una importante cantidad de materiales
como membrana para techo, tejas, cemento, los cuales fueron enviados por la
Secretaría de Cultura de la Nación frente al reclamo de los trabajadores del
museo. Pero estos materiales, depositados hace ya seis meses en el hermoso jardín
de la casa museo, donde existen aún las plantas colocadas por Yrurtia, esperan
ser utilizados por gente especializada que haga los arreglos pertinentes.
Idas
y venidas de notas entre las instituciones reclamando el arreglo por un lado y
justificando el desarreglo por el otro, aún no llegan a resultados favorables
que permitan adecuadas condiciones de trabajo, el desenvolvimiento seguro de
las actividades que el museo realiza y la preservación de un patrimonio único
en este rincón de la ciudad de Buenos Aires.